Necesitaba un camarada en las aventuras de la primera edad,
y éste fue Enrique Irzubeta. ... Enrique se hospedaba en uno de esos hoteles que el
Estado dispone para los audaces y bribones.
A excepción de un ausente, que era el oficial de policía, en
aquella covacha taciturna todos holgaban con vagancia dulce, con ocios que se
paseaban de las novelas de Dumas al reconfortante sueño de las siestas y al
amable chismorreo del atardecer.
Este, acostumbrado a dirimir toda cuestión a puntapiés,
irritado por la insolencia que representaba el hecho de que el panadero
quisiera cobrar lo que se le debía, expulsólo a puñetazos de la puerta.
Los tres hermanos, cabelludos y flacos, prez de vagos,
durante el día tomaban abundantes baños de sol y al oscurecer se trajeaban con
el fin de ir a granjear amoríos entre las perdularias del arrabal.
Releyendo su primera novela, en realidad solo he leído ésta,
se las recomiendo, Espero leer otras, sobretodo "Los Siete Locos".
No hay comentarios:
Publicar un comentario